jueves, 3 de diciembre de 2009

EN EL DESIERTO NO HAY ATASCOS... Imposible dejar de leerlo!


“Nací en un campamento nómada entre Tombuctú y Gao, al norte de Mali. Durante toda mi juventud recorrí las arenas con camellos, cabras, vacas, corderos y asnos en busca de nuevos pastos”. Caminábamos hacia la vida, el agua, la vegetación. No conocí más que los horizontes infinitos, las noches bajo la jaima, las hogueras de leños, los pozos y el ganado. El campamento estaba compuesto por varias tiendas pertenecientes a la misma familia o comunidad, aunque, a veces, durante la estación seca, las familias se separaban para no concentrarse todos en los mismos pastos. Nos daba la impresión de que éramos los únicos en habitar un desierto que habíamos convertido en el terreno de nuestros juegos. Vivíamos en un mundo recortado del otro, como príncipes de nuestro propio reino”.


Así se presenta este joven tuareg, que desde el comienzo de su libro “En el desierto no hay atascos”,  puede advertirse la sencillez con que sus ojos miran la vida y así nos trasmite su capacidad de asombro ante la falta de valores que las civilizaciones modernas muestran día a día.
Su lucidez y su inteligencia es notable, ya sea desde sus comentarios, sus anécdotas o desde sus acciones (Escuela del Desierto, Caravana del corazón).


En dos o tres páginas desarrolla cuestiones como el amor, la fé, el dolor, los sueños, etc. de una manera increíblemente simple, pero con una profundidad sorprendente.
Cuando comenzé a leer este ejemplar, tuve ciertas dudas, pero a medida que recorría sus hojas llenas de una belleza poco común, me sentí francamente seducida por cada una de sus palabras, de su candidez, de su ternura...
Imposible dejar pasar este libro, inadmisible no leerlo y saborear cada una de sus historias.
Aquí les dejo un poco más de Moussa para soñar con un mundo mas humano...


"Entre los tuaregs, la edad no constituye jamás un problema. Desconocemos la fecha en que nacimos. La primera vez que me preguntaron por mi edad para un documento administrativo tuve que confesar mi ignorancia. La persona que me hizo la pregunta creía que me burlaba de ella, pero jamás se me había ocurrido que a uno le era necesario conocer su edad. ¿Para qué? Lo único que cuenta es la forma en que evolucionamos en la vida. Un fruto que madura carece de edad; sencillamente, atraviesa ciclos diferentes. Me sorprende que me encierren en una cifra, porque la edad no quiere decir nada. Los tuaregs nos tomamos por lo que somos. En Occidente, las parejas se forman en función de la edad cuando un encuentro de dos almas no depende en absoluto de la cantidad de años. Cada edad tiene su propio código, su alma y su belleza."  


 Aquí una maravillosa entrevista que le hicieron.

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